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Javier Milei asumió ayer la presidencia de Argentina, de espaldas al Congreso y acompañado por el simbolismo de una motosierra. En su primer discurso, el mandatario anunció un ajuste de gran magnitud, advirtiendo un aumento en los índices de pobreza y una situación económica delicada. Milei justificó estas medidas drásticas señalando que no hay alternativa al ajuste y al shock.

El presidente destacó que la situación actual, según él, deja al país al borde de la crisis más grave de su historia, acusando a la clase política saliente. Afirmó que la solución implica un fuerte ajuste fiscal en el sector público nacional.

El presidente no abordó el endeudamiento dejado por el ex presidente Mauricio Macri, centrando sus comentarios en la emisión de dinero y su impacto en la inflación. Milei advirtió que la situación empeorará a corto plazo, pero prometió que los esfuerzos actuales darán frutos en el futuro, creando las bases de un crecimiento sólido.

El discurso de Milei incluyó un llamado a la no violencia, pero advirtió que el Estado utilizará todos los recursos contra aquellos que la utilicen. Además, propuso un nuevo contrato social, proponiendo un país en el que el Estado no dirija la vida de los ciudadanos y donde haya consecuencias para aquellos que violen los derechos de los demás.

Milei recibió el saludo de líderes mundiales de la ultraderecha y afirmó haber decretado "el fin de la noche populista". Las primeras medidas económicas se conocerán el martes, según el portavoz presidencial, Manuel Adorni, quien indicó que el reordenamiento fiscal será la prioridad del gobierno, con un ajuste equivalente al 5% del PIB.

Argentina aguarda las acciones concretas del nuevo gobierno, que busca enfrentar una inflación anualizada de más del 140% y una pobreza del 40%.

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